Felicitaciones a Eduardo y a Loquillo!!!
El día antes de navidad (digamos, 23 de dic) me fui a un pequeño cementerio en las afueras de la ciudad de Córdoba. Era miércoles y yo comenzaba mis vacaciones. Otras veces había ido. De pronto comenzó un movimiento y arribo de nubes con formas bastantes peculiares. Dije: "acá me agarra el granizo y me parte el auto". Quería hacer fotos del cementerio y como había ido muchas veces (conozco al encargado) y no había encontrado gente (hablo de sábados y domingos), pensé que no habría nadie. Grande fue mi sorpresa al ver cómo, con las últimas luces de la tarde, aparecía alguna silueta o se escuchaba algún viejo vehículo con gente que entraba sigilosa y fugazmente a saludar a sus afectos idos de este mundo, entre las oscuridades que ya dominaban el lugar.
No me asusté, al principio tenía miedo que me robaran, pero luego relacioné: víspera de navidad, lógicamente las personas vienen a saludar a los suyos. La situación fue incómoda. Ellos hablaban con sus muertos y yo, si bien en silencio y con respeto, caminaba entre los nichos y cruces sacando fotos.
Ese cielo estaba así. Si les place les cargo una foto única. Cuando la edité me molestó lo artificial, porque parecía photoshopeado. Pero no. Al repasar las fotos únicas e intentar editarlas, ese cielo estaba ahí. El HDR se debió a los extremos contrastes de luz, nada más.
Quería compartirles mis anécdota de un atardecer que fue -no aterrador-, sino extrañamente melancólico e irreal.