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Un texto muy interesante de este Blog que cada tanto frecuento... muy interesante.
Saludos!
Walter
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Link: https://cienojetes.com/2016/11/15/a-quienes-sufren-a-los-fotografos/
De Nacho Canon / 15 de noviembre de 2016 / Meditaciones / 16 comentarios
Algunos menos y otros casi terminales, el caso es que todos los fotógrafos están enfermos. A caballo entre la ansiedad y el trastorno obsesivo compositivo.
Si no fuera porque me resbala ya todo, algo que te da la edad y el aceite corporal, me apenaría escribir sobre personas aquejadas de lo que hasta se podría definir como una maldición, un rollo chungo. Los fotógrafos son personas paranoicas, ven fotos en cualquier parte. Me refiero a fotos potenciales, fotos mentales, cosas que según ellos serían dignas de ser inmortalizadas y, lo peor, mostradas a los demás. Un primer síntoma de esta enfermedad se aprecia claramente cuando la gente hace este tipo de cosas por la calle:
¿Se protege de un kame-kame? ¿Está invocando a Crístofer, como Carlos Jesús? No, es mucho peor. Tiene alucinaciones, está viendo cómo quedaría en una foto lo que encuadra con sus dedos. En este caso concreto con un formato cuadrado, que siempre es más chachi piruli. Incluso se han documentado casos más vergonzosos de este trastorno obsesivo compositivo, como el de Nicon Pepinos y su marco amarillo.
Estamos hablando de una dolencia que tiene varias fases en su evolución, desde etapas en las que es más aguda hasta estadios más avanzados en los cuales es una clara limitación para vivir. Para vivir al lado de estos seres insoportables, quiero decir. Porque este artículo no va sólo sobre los enfermos, vamos a hablar también de sus familiares y amigos. Ellos soportan en silencio a los fotógrafos sin ningún tipo de ayuda institucional, sin un Foro Coches en el que poder expresar su angustia o encontrar consuelo. Analicemos su calvario en función de la etapa en la que se encuentre el enfermo que tienen al lado.
La etapa 1, también conocida como domingalitis, es en la que se perciben los primeros síntomas, aún esporádicos, pero molestos y muy característicos. El enfermo aprovecha domingos y vacaciones para hacer todas las fotos típicas del principiante. El entorno del enfermo acoge al principio con ilusión esa nueva vena creativa, hasta se les alienta. Sin embargo, pronto se observan síntomas más graves como:
Desafortunadamente, algunos enfermos empeoran y las repercusiones para sus allegados, así como para el resto de la humanidad, se agravan. Durante la etapa 2, o también conocida como proyectitis, el enfermo tiene alucinaciones permanentes y se embarca en algún tipo de paranoia. El paso a esta etapa normalmente se debe al contagio de un virus que se transmite por vía visual en muchos talleres y cuyo nombre en latín es phototerapia. El enfermo piensa que la phototerapia, la realización de fotografías para comprenderse a sí mismo, le arreglará la vida cuando realmente se la va a fastidiar. Estos son los principales síntomas y cómo afectan a sus seres queridos:
Sin embargo, hemos de lamentar que en casos muy contados la enfermedad sigue evolucionando y llega a una etapa 3 o terminal ya irreversible, en el que el sufrimiento para el entorno se vuelve extremo. Los fotógrafos pasan a ser artistas, muchos de ellos renuncian incluso a los lenguajes convencionales y comienzan a obsesionarse con la abstracción. Se les sigue la corriente, como a los locos, porque ya es inútil hacerlos entrar en razón. Se sabe de casos, como el de Alejandro Marote, que afirma haber llegado a donde nacen los píxeles y haber navegado entre ellos. Amigos cercanos nos han confesado que no hay forma de convencerle de que se le ha estropeado el disco duro donde tenía las fotos y que por eso están así.
Desgarrador, sin duda, es también el caso de Marta Bisbal. Su primo David nos contaba entre lágrimas cómo le había seguido la corriente durante la temporada en la que a Marta le dio por fotografiar el gotelé de su casa a todas horas. Convencida de que se trata de mensajes que provienen del Kosmos, ha ido presentando su trabajo por toda la geografía española, cosechando caras de lástima entre quienes han podido pasar tiempo con ella, acompañándola en esta dura etapa de divagación.
Queridos familiares y amigos de los fotógrafos, queremos que sepáis que os comprendemos y que tenéis todo nuestro apoyo. Una de las razones por la que este año cerraremos el blog es porque nosotros tampoco podemos ya más con esta gente. Pero antes de salir de sus vidas definitivamente, haced como nosotros, soltad vuestras últimas collejas, no os vayáis a quedar con el reconcome.
Saludos!
Walter
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Link: https://cienojetes.com/2016/11/15/a-quienes-sufren-a-los-fotografos/
De Nacho Canon / 15 de noviembre de 2016 / Meditaciones / 16 comentarios
Algunos menos y otros casi terminales, el caso es que todos los fotógrafos están enfermos. A caballo entre la ansiedad y el trastorno obsesivo compositivo.
Si no fuera porque me resbala ya todo, algo que te da la edad y el aceite corporal, me apenaría escribir sobre personas aquejadas de lo que hasta se podría definir como una maldición, un rollo chungo. Los fotógrafos son personas paranoicas, ven fotos en cualquier parte. Me refiero a fotos potenciales, fotos mentales, cosas que según ellos serían dignas de ser inmortalizadas y, lo peor, mostradas a los demás. Un primer síntoma de esta enfermedad se aprecia claramente cuando la gente hace este tipo de cosas por la calle:
¿Se protege de un kame-kame? ¿Está invocando a Crístofer, como Carlos Jesús? No, es mucho peor. Tiene alucinaciones, está viendo cómo quedaría en una foto lo que encuadra con sus dedos. En este caso concreto con un formato cuadrado, que siempre es más chachi piruli. Incluso se han documentado casos más vergonzosos de este trastorno obsesivo compositivo, como el de Nicon Pepinos y su marco amarillo.
Estamos hablando de una dolencia que tiene varias fases en su evolución, desde etapas en las que es más aguda hasta estadios más avanzados en los cuales es una clara limitación para vivir. Para vivir al lado de estos seres insoportables, quiero decir. Porque este artículo no va sólo sobre los enfermos, vamos a hablar también de sus familiares y amigos. Ellos soportan en silencio a los fotógrafos sin ningún tipo de ayuda institucional, sin un Foro Coches en el que poder expresar su angustia o encontrar consuelo. Analicemos su calvario en función de la etapa en la que se encuentre el enfermo que tienen al lado.
La etapa 1, también conocida como domingalitis, es en la que se perciben los primeros síntomas, aún esporádicos, pero molestos y muy característicos. El enfermo aprovecha domingos y vacaciones para hacer todas las fotos típicas del principiante. El entorno del enfermo acoge al principio con ilusión esa nueva vena creativa, hasta se les alienta. Sin embargo, pronto se observan síntomas más graves como:
- Sensibilidad a la temperatura de la luz. Necesidad de conceder varios minutos absurdos al enfermo para que una nube aparezca, desaparezca, se alineen los astros o alguna razón de orden superior que traiga mejor luz a la escena.
- Inseguridad. El enfermo se obsesiona con la pantalla de la cámara, el histograma y está siempre convencido de que no capta el mundo con precisión. Comienza a mirarnos cada vez menos.
- Actitud temeraria o síndrome de spiderman. Incluso personas que siempre se han comportado de manera muy formal y correcta pueden comenzar a subirse a lo alto de los muros, a tirarse incomprensiblemente al suelo y demás actividades que provoquen la vergüenza ajena entre los suyos.
Desafortunadamente, algunos enfermos empeoran y las repercusiones para sus allegados, así como para el resto de la humanidad, se agravan. Durante la etapa 2, o también conocida como proyectitis, el enfermo tiene alucinaciones permanentes y se embarca en algún tipo de paranoia. El paso a esta etapa normalmente se debe al contagio de un virus que se transmite por vía visual en muchos talleres y cuyo nombre en latín es phototerapia. El enfermo piensa que la phototerapia, la realización de fotografías para comprenderse a sí mismo, le arreglará la vida cuando realmente se la va a fastidiar. Estos son los principales síntomas y cómo afectan a sus seres queridos:
- Manía persecutoria. Empieza a ver la realidad como un conjunto infinito de pistas escurridizas que le podrían ayudar a fotografiar los aspectos más fundamentales de la existencia. Quizá quiera pasar más tiempo con sus allegados, pero los fotografiará en situaciones muy estrambóticas. La comunicación interpersonal se complica. Es imposible entender el concepto que hay detrás de sus propósitos, ni ellos mismos lo saben. Deliran empleando palabras rimbombantes.
- Irritabilidad extrema. El enfermo se enfurecerá a menudo porque no tiene la cámara a mano justo cuando la necesita. Empieza a estar en un estado tan conceptual que normalmente no lleva aparato, sólo va acompañado de una Moleskine para apuntar sus ocurrencias.
- Problemas económicos y abandonos reiterados. Muchos de ellos comienzan a invertir los ahorros en pagarse viajes a destinos poco apetecibles, a los que tienen que acudir solos. Con la excusa del proyecto, cada vez pasan menos tiempo en vacaciones junto a los suyos, provocando todo tipo de miedos, sospechas y comidas de tarro.
- Sueños de grandeza o síndrome del pope. Suelen tener la pretensión de pasar a la posteridad, mediante algún tipo de exposición o libro que les proporcione reconocimiento público y muchas felacitaciones. Raros son los familiares o amigos que están a la altura, en opinión del enfermo, de comprender el resultado. Dejan de invitarlos a los saraos fotográficos en los que se oficializa esa puesta de largo porque se avergüenzan de sus propios seres queridos. Poco a poco serán ninguneados y sustituidos por amigos virtuales de las redes sociales, mucho más intelectuales.
Sin embargo, hemos de lamentar que en casos muy contados la enfermedad sigue evolucionando y llega a una etapa 3 o terminal ya irreversible, en el que el sufrimiento para el entorno se vuelve extremo. Los fotógrafos pasan a ser artistas, muchos de ellos renuncian incluso a los lenguajes convencionales y comienzan a obsesionarse con la abstracción. Se les sigue la corriente, como a los locos, porque ya es inútil hacerlos entrar en razón. Se sabe de casos, como el de Alejandro Marote, que afirma haber llegado a donde nacen los píxeles y haber navegado entre ellos. Amigos cercanos nos han confesado que no hay forma de convencerle de que se le ha estropeado el disco duro donde tenía las fotos y que por eso están así.
Desgarrador, sin duda, es también el caso de Marta Bisbal. Su primo David nos contaba entre lágrimas cómo le había seguido la corriente durante la temporada en la que a Marta le dio por fotografiar el gotelé de su casa a todas horas. Convencida de que se trata de mensajes que provienen del Kosmos, ha ido presentando su trabajo por toda la geografía española, cosechando caras de lástima entre quienes han podido pasar tiempo con ella, acompañándola en esta dura etapa de divagación.
Queridos familiares y amigos de los fotógrafos, queremos que sepáis que os comprendemos y que tenéis todo nuestro apoyo. Una de las razones por la que este año cerraremos el blog es porque nosotros tampoco podemos ya más con esta gente. Pero antes de salir de sus vidas definitivamente, haced como nosotros, soltad vuestras últimas collejas, no os vayáis a quedar con el reconcome.