Hola Walter, en la primer mirada pensé: ah, otra más de reflejos... es decir, la pasé rápidamente, sin entender muy bien por qué el autor la había elegido para el concurso.
Pero luego me fue gustando mucho el contraste entre el edificio de impersonales cristales y su vecino, que descubrimos por reflejo en el mismo, en el cual al detenernos en él vamos viendo más conscientemente esas cientos de ventanucas algo torcidas y retorcidas, que nos sugieren una vida de vecinos con todas sus vicisitudes diarias o extraordinarias. En ese lienzo que distorsiona ventanitas cerradas, abiertas, y entreabiertas o entrecerradas, es dable imaginar todo un mundo bullente y, aunque menos prolijo, mucho más vivo que el edificio lustroso, cuya única finalidad parece que termina siendo el marcar el contraste y albergar ese rico reflejo.
No sé si te sirve de algo el comentario, no soy buena para criticar detalles técnicos.
Saludos!